En la naturaleza, todas las especies son el alimento de otras. Existen las que son cazadoras o presas, pero en algunos casos son ambas. La mayoría de las interacciones entre los seres vivos tienen que ver con la obtención de recursos. Esto implica que deben competir por ellos para sobrevivir. Inevitablemente, en los ecosistemas, ¡hasta los depredadores se convierten en alimento de otras especies al morir! ¿Puedes calcular cuántas especies forman parte de tu alimentación?

Las Interacciones de los Seres Vivos en los Ecosistemas

Todos los seres vivos formamos parte de un ecosistema, que es el conjunto de especies que interactúan entre sí y con el medioambiente que los rodea. A su vez, al conjunto de seres vivos que conforman un ecosistema se les denomina factores bióticos, y pueden ser plantas, animales, bacterias y protistas. A los elementos no bióticos de los ecosistemas, como el agua, el suelo, la temperatura y el clima, entre otros, se les conoce como factores abióticos.

Niveles de Organización en un Ecosistema

En ecología, el ecosistema es uno de los niveles de organización en que se agrupan elementos vivos y no vivos para habitar un espacio y relacionarse. Los niveles son:

• Individuo: Ser único e indivisible con vida propia.
• Población: Conjunto de individuos de la misma especie.
• Comunidad: Conjunto de poblaciones que conviven en un mismo hábitat y en un tiempo dado.
• Ecosistema: Conjunto de comunidades que conviven en un mismo hábitat y en un tiempo dado.

Tipos de Relaciones Interespecíficas

En los ecosistemas, la supervivencia de las especies depende de sus interacciones; una población, por ejemplo, depende de aquellas de las que se alimenta. Toda relación entre especies se clasifica en cuatro tipos principales:

• Comensalismo
• Mutualismo
• Parasitismo
• Depredación

Mutualismo

Un ejemplo de mutualismo es el vínculo que existe entre los animales polinizadores y las plantas. En esta relación, las flores proporcionan alimento (néctar y polen) a los animales, y estos, a su vez, aseguran la diseminación del polen entre otras plantas de la misma especie, lo que favorece su reproducción. De esta manera, ambas especies se ven beneficiadas. Si observas con atención las mariposas, colibríes y murciélagos que se alimentan del néctar o polen de las flores, te darás cuenta de que tienen ciertas adaptaciones para facilitar la polinización.

Comensalismo

El comensalismo es una relación en la que una especie se beneficia sin causar daño a la otra, o bien, la actividad de una beneficia a la otra. Por ejemplo, la relación entre buitres y zopilotes con coyotes, pumas y otros depredadores: los primeros se alimentan de los restos de las presas que dejan los segundos. Otro ejemplo son las rémoras, un tipo de peces que se adhieren a la piel de los tiburones (sin dañarlos) para desplazarse por aguas ricas en nutrientes que por sí mismas difícilmente podrían alcanzar. Los tiburones no obtienen nada a cambio; únicamente son el medio de transporte de las rémoras.

Parasitismo

En el parasitismo, solo uno de los organismos obtiene un beneficio, mientras que el otro es perjudicado. Esto sucede cuando un organismo, llamado huésped, es consumido lentamente por otro denominado parásito que le causa daño. Las amebas y las tenias (solitarias) dentro del intestino de los mamíferos son un ejemplo de esta interacción.

Depredación

Un ejemplo de depredación es cuando la serpiente se alimenta del roedor, o el conejo es devorado por el águila; estas son relaciones depredador-presa. Un depredador es una especie que se alimenta de otra; cuando se trata de animales, el depredador siempre mata a la presa.

Las especies depredadoras suelen ser carnívoras, es decir, se alimentan de otros animales que ellas mismas cazan. Sin embargo, los animales herbívoros también se consideran depredadores (de plantas), e incluso las plantas carnívoras y hongos que digieren insectos constituyen ejemplos de depredación.

Adaptaciones en las Interacciones Depredador-Presa

Las adaptaciones físicas, de comportamiento y fisiológicas que poseen los seres vivos les permiten competir por los recursos y obtener los alimentos que necesitan. Estas adaptaciones pueden ser de tres tipos principales:

• Morfológicas: Se refieren a las características físicas de los depredadores y presas que les confieren ventaja.
• Fisiológicas: Se refieren al funcionamiento de órganos y sistemas o a la producción de sustancias para atrapar presas o escapar de los depredadores.
• Conductuales: Se refieren al comportamiento que tienen los seres vivos para cazar a sus presas o evitar ser el alimento de los depredadores.

El mimetismo es otro tipo de adaptación morfológica, y se refiere a la semejanza física o de comportamiento con otras especies o con el entorno para evitar ser detectadas por sus depredadores o sus presas. Un ejemplo es el de la Hymenopus coronatus (mantis orquídea) que se camufla con las orquídeas para pasar inadvertida y cazar a los insectos que se acercan a estas flores.

La ventaja del mimetismo es que tanto depredadores como presas pueden pasar inadvertidos el uno para el otro. Estas adaptaciones son resultado del proceso evolutivo por selección natural.

Por otro lado, en depredadores que se desplazan en el aire, como los murciélagos, también podemos observar adaptaciones interesantes. Muchas especies de murciélagos poseen un sistema de ecolocalización para encontrar su alimento. Estos depredadores emiten ondas sonoras que se propagan por el aire, rebotan en sus presas y reciben el eco para generar una imagen de ellas y determinar la distancia y dirección en la que se encuentran, permitiéndoles así atraparlas.

Los colores brillantes de algunos animales, plantas y hongos son indicadores de que producen sustancias tóxicas (fenómeno conocido como aposematismo). Algunos ejemplos son la mariposa monarca, hongos del género Amanita, y anfibios como las ranas de la especie Dendrobates. Los depredadores evitan cazar estas presas por su mal sabor y toxicidad. Estos casos son un ejemplo de adaptación fisiológica con una evidente manifestación morfológica.

La defensa de las presas también puede ser conductual y llevarse a cabo como estrategia de grupo. Un ejemplo de esto son los movimientos en conjunto de las parvadas y cardúmenes para confundir a los depredadores.

El Nicho Ecológico: El Papel de Cada Especie en un Ecosistema

Si revisamos todos los aspectos de la vida de las especies, como su hábitat; la manera en que los individuos se comportan en el espacio físico en que viven; cómo se relacionan con depredadores, presas y competidores; sus necesidades para la supervivencia (temperatura, humedad, nutrientes); y sus ciclos de actividad diarios y estacionales, estamos describiendo su nicho ecológico. Este concepto se refiere a la función y las relaciones que tiene cada especie dentro del ecosistema.

Cada especie es única, por lo tanto, su nicho ecológico también lo es. Puede que varias especies compartan el mismo espacio o que se alimenten de la misma manera, pero cualquier diferencia en su relación con el entorno y otros organismos hace que su nicho ecológico sea distinto al de cualquier otra especie.

Cuanto más cercano sea el nicho ecológico entre dos especies, más cosas tendrán en común y competirán por los mismos recursos. En muchas ocasiones, una especie termina por desplazar a la otra hasta la extinción. Esto se conoce como el principio de exclusión competitiva: si dos especies compiten por un mismo recurso limitado, la más eficiente controlará el acceso a dicho recurso y eliminará a la otra.

Entonces, ¿qué sucede cuando diversas especies pueden tener su propio nicho ecológico en un mismo hábitat? La respuesta está en la distribución de los recursos, una idea que representa lo siguiente: varias especies similares coexisten y sus nichos son aparentemente iguales, pero en realidad no comparten ni disputan exactamente los mismos recursos.

La Competencia: Un Motor Fundamental en los Ecosistemas

La competencia es la interacción entre los seres vivos por obtener los recursos necesarios para alimentarse y sobrevivir. Cuando esta interacción sucede entre individuos de la misma especie, se le llama competencia intraespecífica. Cuando se da entre individuos de diferentes especies, se denomina competencia interespecífica. La competencia entre las especies también forma parte del nicho ecológico de cada una de ellas.

La competencia no solo se da por la comida, sino también por otro tipo de recursos como el espacio o la luz (en el caso de las plantas). Cuanto mayor sea el parecido entre los nichos de dos especies, mayor será la competencia.

Cuando hay suficientes recursos, las poblaciones crecen, tanto la de las presas como la de los depredadores y la de otras especies con las que compiten por los recursos. Pero, como casi siempre los recursos están en cantidad limitada, solo se verán favorecidos aquellos individuos que hayan desarrollado adaptaciones que les signifiquen una ventaja.

Cuanto más crecen las poblaciones, la competencia intraespecífica se incrementa. Sin embargo, las poblaciones no pueden crecer más allá de lo que el ecosistema es capaz de sostener; a esto se le llama capacidad de carga (o capacidad de sostenimiento) del ecosistema, que es lo que limita el crecimiento de una población.

Los individuos con mejores características para obtener sus alimentos tendrán ventaja para sobrevivir y reproducirse. Los depredadores y los parásitos han desarrollado adaptaciones morfológicas, conductuales y fisiológicas que les permiten atrapar diferentes especies para alimentarse. Las presas, por su lado, también han desarrollado adaptaciones para escapar de sus depredadores.

Las interacciones entre los cazadores y sus presas, entre plantas y polinizadores, o entre los parásitos y sus huéspedes, son importantes para mantener el equilibrio dentro de los ecosistemas. Cualquier cambio en la población de presas afecta inevitablemente a la población de los depredadores, y viceversa. Incluso la intervención humana puede alterar el equilibrio de un ecosistema y comprometer la supervivencia de las especies.