Eje corteza hipotalamo hipofisis testiculo

Tipos de hormonas


Las hormonas peptídicas, de composición química similar a las proteínas, tienen los receptores hormonales en la superficie de las células diana. Es el caso de las hormonas de la hipófisis, la tiroides, la paratiroides y del páncreas. Las hormonas lipídicas, que son químicamente lípidos del grupo de los esteroides, pueden atravesar la membrana plasmática y tienen los receptores específicos en los orgánulos del citoplasma o en el núcleo de las células diana. Es el caso de las hormonas sexuales y de las producidas por las glándulas suprarrenales.

– Tiroides:

Glándula que secreta tiroxina, hormona que incrementa el grado de metabolismo del cuerpo y su nivel de actividad en general. También secreta calcitonina, hormona que inhibe la pérdida de calcio en los huesos.

– Paratiroides:

Forman dos pares de glándulas en la parte posterior de la glándula tiroides, independientes de ésta. Secretan la hormona paratiroidea, que mantiene el nivel normal de calcio en el torrente sanguíneo.

– Médula suprarrenal:

Glándula que secreta dos hormonas: la adrenalina, que incrementa el ritmo cardíaco y el nivel de azúcar en la sangre; y la noradrenalina, que aumenta la tensión arterial.

– Corteza suprarrenal:

Sus tres capas secretan mineralocorticoides, que sirven para mantener equilibrados los líquidos del cuerpo; los glucocorticoides, que regulan el metabolismo de los glúcidos, grasas y proteínas, y las hormonas sexuales -andrógenos-, que ejercen la función de regular la evolución de los rasgos sexuales.

– Ovario:

Glándula sexual femenina. Libera los estrógenos, responsables de la diferenciación de los caracteres femeninos (aumento del volumen de los senos y caderas); y la progesterona, que prepara el cuerpo para el embarazo.

– Hipófisis:

Del tamaño de un guisante, esta glándula secreta hormonas que controlan otras glándulas endocrinas o inciden directamente sobre otros órganos: Oxitocina (estimula las contracciones uterinas), PRL o prolactina (promueve la producción de leche y el desarrollo de las glándulas mamarias), TSH o tirotropina (regula la secreción tiroidea) y STH o somatotropina (regula el crecimiento y desarrollo del esqueleto).

– Páncreas:

Glándula mixta, que contiene unas células, los Islotes de Langerhans, que secretan la insulina: hormona que ayuda al cuerpo a utilizar la glucosa; y el glucagón, que hace que el hígado libere la glucosa almacenada para utilizarla como combustible.

– Testículo:

Glándula sexual masculina. Secreta la testosterona, la cual fomenta la aparición de los caracteres sexuales masculinos.

Mecanismos de regulación de la secreción hormonal


La coordinación entre los componentes del sistema endocrino no es posible sin el recurso a la coordinación nerviosa. La conexión entre el sistema nervioso y el hormonal se lleva a cabo principalmente a nivel del hipotálamo. Se trata de una región del encéfalo situada en la base del cerebro de la que pende la glándula hipófisis. La acción del hipotálamo puede responder a un estímulo externo, o bien a la captación de un cambio en la composición interna del organismo. A su vez, el hipotálamo actúa sobre las glándulas bien a través del sistema nervioso autónomo.

Hormonas segregadas como respuesta a un estímulo externo


La adrenalina es una hormona segregada por la médula suprarrenal.
Esta glándula está conectada mediante fibras nerviosas del sistema simpático con el hipotálamo. Cuando los sentidos captan un estímulo que el cerebro interpreta como un peligro, de la corteza cerebral parte un impulso nervioso al hipotálamo, y de éste, a través del sistema simpático, otro impulso que activa a la médula suprarrenal, la cual segrega adrenalina. La adrenalina se vierte al medio interno, ya través del torrente circulatorio sanguíneo, llega a varios órganos donde desencadena diversos efectos favorables para responder a la situación de peligro:

– En el hígado provoca la liberación de glucosa, fuente de energía necesaria para el movimiento muscular.

– En el corazón provoca una aceleración del ritmo, para que la sangre lleve alimento y oxígeno con más velocidad a la musculatura.

– En los bronquios provoca dilatación, para que entre más oxígeno a los pulmones, y de ahí al torrente circulatorio, y se facilite la obtención de energía por las células musculares.

– En los vasos sanguíneos que van a los músculos provoca dilatación, mientras que en los que van a la piel provoca contracción.

Cuando cesa la situación de peligro captada por los receptores sensoriales, las señales de la corteza cerebral informan al hipotálamo, el cual estimula ahora los nervios del sistema nervioso parasimpático cuya acción es antagónica a la del sistema nervioso simpático. La terminaciones nerviosas del sistema parasimpático segregan la hormona acetilcolina sobre los órganos antes estimulados por la adrenalina, provocando los efectos contrarios. Poco a poco, el organismo vuelve a la situación de reposo.

Hormonas segregadas como respuesta a un estímulo interno


El hipotálamo no sólo recibe impulsos de la corteza cerebral, sino que también capta variaciones en la composición de la sangre, controlando el funcionamiento interno del organismo. Vamos a fijarnos en uno de esos casos. Cuando el hipotálamo capta que se eleva la concentración de glucosa de la sangre, dicha región del encéfalo, a través del sistema nervioso parasimpático, estimula la secreción de las células beta de los islotes de Lngerhans, las cuales segregan insulina. Ésta llega a las células musculares y a las del hígado, facilitando que dichas células absorban glucosa de la sangre, disminuyendo la concentración de este azúcar. Cuando bajan los niveles de glucosa en sangre, el hipotálamo, a través del sistema parasimpático, estimula a las células alfa de los islotes de Langerhans del páncreas, las cuales segregan la hormona glucagon. Esta hormona provoca en el hígado la liberación de las reservas de glucosa en forma de glucógeno.

Regulación de la concentración de las hormonas


Equilibrio entre hormonas antagónicas: En el caso de la adrenalina y la acetilcolina, uno de los efectos de la adrenalina es el cese de producción de acetilcolina, y esta última produce los efectos contrarios, entre ellos, el cese de secreción de adrenalina. El equilibrio entre las dos hormonas sólo se rompe por estímulos externos que inclinan el equilibrio en uno u otro setido. En el caso de la insulina y del glucagon, su acción antagónica produce un equilibrio en la concentración de glucosa, y es la pérdida de dicho equilibrio la que induce la producción de una u otra de las hormonas antagónicas.

Mecanismos de retroalimentación negativa (feedback) entre dos hormonas


En el caso de la tiroxina y la tirotropina. El lóbulo anterior de la glándula hipófisis segrega la hormona tirotropina (TSH), la cual, al llegar a la glándula tiroides, estimula la secreción de la hormona tiroxina. Acelera algunos aspectos del metabolismo, por ejemplo, el incremento de la respiración celular, la síntesis de proteínas y el desarrollo del cerebro. Pero cuando se elevan los niveles de tiroxina en la sangre, esta hormona actúa en el hipotálamo inhibiendo la producción de TSH-RF, una neurohormona hipotalámica que estimula en la hipófisis la secreción de tirotropina. Cesa entonces la producción de tirotropina. Cesa entonces la producción de tirotropina, y como consecuencia, la tiroides deja de producir tiroxina. Cuando bajan los niveles de tiroxina en la sangre, cesa la inhibición de producción de TSH-RF en el hipotálamo. Vuelve a producirse TSH-RF, y esta neurohormona provoca la secreción de tirotropina en la hipófisis, la cual, a su vez, vuelve a estimular la producción de tiroxina, y así sucesivamente. Se mantiene un nivel adecuado de tiroxina en el organismo, ni demasiado alto, ni demasiado bajo.

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