La Inmunidad Específica y sus Características
La inmunidad específica se activa tras el reconocimiento de agentes concretos. Tienen la característica de la especificidad.
Además, algunos componentes tienen memoria, que permite activar una respuesta rápida en caso de que se repita el contacto con el mismo agente; esto proporciona inmunidad (estado de resistencia que tienen ciertos individuos o especies frente a la acción patógena de microorganismos o sustancias extrañas), y se aplica en la elaboración de vacunas.
Concepto de Antígeno
Se denomina antígeno (Ag) a cualquier agente que, introducido en el interior de un organismo, provoca una respuesta inmunitaria, estimulando la producción de anticuerpos.
El agente puede ser un microorganismo o cualquier sustancia extraña al organismo. Según la procedencia del antígeno, se utilizan distintas denominaciones:
- Xenoantígenos o heteroantígenos: proceden de otras especies diferentes al receptor.
- Aloantígenos o isoantígenos: proceden de la misma especie del receptor.
- Autoantígenos: pertenecen al mismo individuo.
- Háptenos: son moléculas pequeñas no proteicas que no generan una respuesta inmune si no se unen a una proteína. No inducen por sí mismas la formación de anticuerpos, pero al unirse a un portador o carrier (proteína transportadora inmunogénica) estimulan una respuesta inmunitaria. Carecen de inmunogenicidad, pero sí poseen especificidad. Ejemplos: proteínas del suero.
3.1. Los niveles de respuesta inmunitaria
La inmunidad adquirida proporciona respuesta a dos niveles:
La respuesta humoral
Los linfocitos B maduran en la médula ósea y son los generadores de la respuesta humoral. Ante la presencia de algún antígeno, diversas células de defensa inespecífica liberan sustancias (citocinas) que estimulan el crecimiento y diferenciación de los linfocitos B, y un tipo de linfocitos T colaboradores estimulan su activación.
Los linfocitos B activados son capaces de sintetizar inmunoglobulinas o anticuerpos, y se denominan células plasmáticas o plasmocitos. Estas poseen receptores de membrana específicos, capaces de reconocer a los antígenos. Cuando un antígeno se une a sus receptores, se activa la síntesis de inmunoglobulinas o anticuerpos en la célula.
Las inmunoglobulinas (Ig) o anticuerpos (Ac)
Los anticuerpos o inmunoglobulinas son proteínas empleadas por el sistema inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños tales como bacterias, virus o parásitos. Pueden ser de cinco tipos:
- IgM: son cruciales en los primeros momentos de la respuesta específica. Suelen aparecer en momentos precoces de la infección, generalmente alcanzan el pico hacia los 7-10 días y se mantienen durante semanas. La presencia de IgM tiende a indicar una infección reciente.
- IgG: proporciona resistencia a largo plazo. Atraviesa la placenta proporcionando inmunidad pasiva al feto, y también se secreta en la leche materna. Aparecen más tarde que las IgM y alcanzan su pico generalmente hacia las 4-6 semanas; persisten durante mucho tiempo, incluso de forma indefinida. La presencia de IgG solo indica que ha habido un contacto con el antígeno, o una infección pasada o crónica.
- IgA: existe en dos formas:
- IgA sérica: presente en el suero y parecida a la IgG.
- IgA secretora: un dímero que se acumula en las secreciones corporales: lágrimas, leche materna, saliva y secreciones de los tractos digestivo, respiratorio y genitourinario.
- IgE: se encuentra distribuida principalmente en la piel y está implicada en la alergia. Parece que una de sus funciones en el cuerpo es la protección contra parásitos metazoos.
- IgD: se encuentra desde las primeras etapas del desarrollo ontogénico en la membrana de los linfocitos B.
La reacción antígeno-anticuerpo
Los anticuerpos se unen a los antígenos formando un complejo Ag-Ac. La unión es específica, ya que cada anticuerpo solo reconoce y se une a un determinado antígeno. Esta unión puede tener distintas consecuencias, ya que se pueden producir varios tipos de reacciones:
- Reacción de precipitación: los antígenos están en disolución; al unirse los anticuerpos a ellos, el complejo resultante es demasiado grande para mantenerse en disolución y precipita.
- Reacción de aglutinación: cada anticuerpo puede unirse a varios antígenos y cada uno de estos a varios anticuerpos; como consecuencia, se forma una red de antígenos y anticuerpos que impide actuar a los antígenos.
- Reacción de neutralización: tiene lugar cuando el antígeno es un tóxico; en este caso, la unión al anticuerpo lo neutraliza.
- Reacción de opsonización: los anticuerpos se fijan a la superficie del antígeno y lo «marcan», lo cual atrae y estimula a las células fagocitarias. Las células fagocitan el complejo y «presentan» el antígeno a los linfocitos T.
La presentación de antígenos
Las células fagocitadas deben ser eliminadas. Para que los linfocitos T las identifiquen, estas células les «presentan» los antígenos. Esto se consigue mediante la unión del antígeno o parte de él a unas moléculas específicas situadas en la membrana, que pertenecen al complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). El CMH es propio de cada individuo.
La respuesta celular
Los linfocitos T maduran en el timo. Se diferencian de los demás linfocitos en que tienen un receptor especial en su membrana, que se denomina receptor de linfocitos T o TCR.
Mediante este receptor, los linfocitos identifican:
- El antígeno o restos de antígeno que la célula fagocitaria les presenta.
- La proteína del CMH a la cual está fijado ese antígeno.
Para que los linfocitos T intervengan es imprescindible que identifiquen ambos elementos. Este requisito es clave para comprender las reacciones de rechazo en los trasplantes, ya que en ese caso los linfocitos T no identifican como propias las proteínas del CMH del órgano trasplantado.
La activación de los linfocitos T hace que se diferencien en:
- Linfocitos T citotóxicos (CTL): pueden destruir directamente las células que presentan antígenos.
- Linfocitos T colaboradores o auxiliares (Th): activan distintas células. Destacan:
- Linfocitos Th1: activan a los macrófagos y sintetizan interferón.
- Linfocitos Th2: activan a los linfocitos B y sintetizan interleucinas (IL4 e IL5).
- Linfocitos T de memoria: preparados para responder a nuevas exposiciones al mismo microorganismo. Tienen una vida larga y pueden mantenerse en el organismo durante meses o años.
- Linfocitos T reguladores: (antes conocidos como supresores), se encargan de detener las reacciones inmunitarias.
