La digestión y los sentidos humanos

La digestión

Es el proceso de transformación de los alimentos para convertirlos en moléculas que pueden ser absorbidas en el intestino, distribuidas por la sangre y utilizadas por las células del cuerpo. Esta transformación es mecánica, fundamentalmente mediante los dientes, y química con las secreciones glandulares.

El sistema digestivo humano

Es básicamente un tubo muscular de diferentes grosores, el tubo digestivo, que puede llegar a medir unos 9 metros. Comienza en la boca, continúa por la faringe, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso y finaliza en el ano.

El intestino delgado

Es un tubo de unos 2,5cm de diámetro y alrededor de 6m de longitud, que realiza dos funciones principales, la digestión química de los alimentos y de la absorción de los nutrientes.

El hígado

produce un líquido verde, la bilis, que ayuda a digerir las grasas y, mientras no es necesaria, se almacena en una bolsita llamada vesícula biliar.

El páncreas

segrega jugo pancreático y las glándulas intestinales producen jugo intestinal, que contienen enzimas indispensables para completar la digestión de las grasas, proteínas e hidratos de carbono.

El oído

además de ser el órgano de la audición, es también el órgano de la orientación y del equilibrio, ya que posee dos tipos de receptores: unos captan estímulos sonoros y unos nos dan a conocer nuestra posición en el espacio (orientación) y nos informan de nuestros movimientos corporales en las tres direcciones del mismo (equilibrio).

El sentido de la audición

La oreja o pabellón auditivo (1) localiza el origen de los sonidos y encauza las ondas sonoras por el conducto auditivo externo (2) hasta el tímpano (3) que es una membrana muy delgada y tensa, como la piel de un tambor. Este vibra y transmite las vibraciones a una cadena de huesecillos alojados en el oído medio, llamados martillo (4), yunque (5) y estribo (6), que actúan como amplificadores del sonido y transmiten las vibraciones a un tubo enrollado denominado cóclea o caracol (7) situado en el oído interno.

Los sentidos de la orientación y el equilibrio

Los tres canales semicirculares, junto con dos estructuras en forma de saco denominadas utrículo y sáculo son los órganos de oído interno que poseen los receptores responsables de la orientación y del equilibrio.

Estructura del ojo: el sentido de la visión

Los ojos son los órganos sensoriales donde se encuentran los receptores de la luz.

Son frágiles, por esta razón están protegidos por los huesos del cráneo y alojados en el interior de las órbitas. Externamente los protegen los párpados con las pestañas, que recogen el polvo, los lágrimas que los limpian y las cejas que impiden la entrada del sudor.

Capa externa

Está formada por la esclerótica, que protege al globo ocular (es el blanco de los ojos). La parte anterior de la esclerótica se llama córnea, que es flexible y transparente, está curvada y la protege una membrana denominada conjuntiva.

Capa media

El iris, la zona coloreada del ojo, es un anillo muscular que estrecha o ensancha la pupila para regular la cantidad de luz que llega a la retina. La pupila es un orificio situado en el dentro del iris por done entra la luz después de atravesar la córnea, parece un puntito negro porque a través de él se ve el interior del ojo.

El cuerpo ciliar, que posee un anillo de músculos unidos mediante ligamentos al cristalino. Este se encuentra detrás del iris y la pupila y es un pequeño cuerpo flexible y transparente, mas o menos del tamaño de un guisante, que actúa como una lente convergente, focalizando los rayos luminosos, junto con la cornea, sobre una ´´pantalla´´ llamada retina.

La coroides, una membrana con abundantes vasos sanguíneos que irrigan las demás estructuras.

Capa interna. Se trata de la retina, donde se encuentran las células receptoras sensibles a la luz, que reciben el nombre de conos y bastones. Están inmensos en un pigmento oscuro, la melanina, que absorbe la luz difusa y así evita la reflexión y dispersión de la luz en el interior del globo ocular. Cuándo la luz llega a la retina, se excitan los conos y bastones, que envían mensajes al cerebro a través del nervio auditivo, el cerebro procesa la información recibida y la convierte en la imágenes que vemos.

  • Hay unos 6,5 millones de conos, que son los receptores más sensibles a la luz brillante y a la percepción de finos detalles. Son los responsables de la visión diurna, en colores, y de la agudeza visual. Abundan especialmente en una pequeña depresión de la retina llamada mácula, que se encuentra alineada con el centro de la córnea y del cristalino: es la zona donde la visión es más clara y se aprecian mejor los detalles.
  • Hay unos 120 millones de bastones, y son más abundantes en los bordes de la retina. Son los responsables de la visión nocturna y en blanco y negro.

Anatomía interna del ojo. Rayos de luz (1) convergen al atravesar la córnea y el cristalino (2) y forman una imagen real, menor e invertida sobre la retina (31

Visión estereoscópica y percepción visual

La visión binocular o estereoscópica se basa en que los dos ojos pueden enfocar a la vez un mismo objeto, pero las dos imágenes formadas por ambas retinas se perciben como una sola. Este tipo de visión es la responsable de la percepción de la profundidad.

Los receptores de la lengua

Hay unas 10 000 papilas gustativas repartidas en la lengua, a la que confieren su aspecto rugoso, que presentan formas distintas: foliar, fungiforme, caliciforme y filiforme. Cada papila es un receptor sensible a un determinado sabor, que responde a estímulos precedentes de sustancias disueltas en la saliva.

Los receptores de la nariz

Los receptores de la mucosa olfatoria están provistos de terminaciones nerviosas en forma de cilios, que se excitan con las moléculas gaseosas y generan impulsos nerviosos. Estos viajan hasta unas protuberancias del encéfalo, llamadas bulbos olfatorios, desde donde se transmites hacia las áreas del cerebro responsables de la olfación.

Los receptores de la piel

La piel es un órgano formado por dos capas principales: la epidermis (tejido epitelial) y la dermis (tejido conjuntivo). Entre las células de la epidermis se encuentran intercalados los melanocitos, que se encargan de sintetizar la melanina, el pigmento oscuro responsable del bronceado que nos protege de las radiaciones ultravioleta del sol.

En la dermis se localizan diferentes receptores sensoriales cuya estimulación manda impulsos al cerebro, que dan lugar a las sensaciones de calor y frio, junto con otras como presión y dolor, que constituyen el sentido del tacto.

El sistema locomotor

  1. El sistema muscular

Todos los movimientos de los huesos y las articulaciones se producen por las contracciones de los más de 600 músculos que componen el sistema muscular esquelético, repartidos por todo el cuerpo. También ayudan a mantener la postura vertical, facilitan el habla, la deglución, la expresión facial, etc.

Tipos de fibras

Fibras de tipo I, rojas o de contracción lenta. No se fatigan con facilidad ya que poseen pocas miofibrillas pero una gran cantidad de mitocondrias, que proporcionan energía para ejercicios aeróbicos de baja intensidad en los que la resistencia es esencial, como el maratón.

Fibras de tipo II, blancas o de contracción rápida. Se fatigan rápidamente, ya que poseen una gran cantidad de miofibrillas pero pocas mitocondrias. Estas fibras intervienen en los ejercicios anaeróbicos que requieren fuerza explosiva durante períodos muy cortos como las carreras de distancias cortas en poco tiempo.

Sistema esquelético

El esqueleto proporciona soporte al cuerpo y protección a los órganos internos, actúa como un sistema de palancas del que pueden tirar los músculos para moverlo. Además es un almacén de calcio y fósforo, y en la médula ósea roja se forman las células sanguíneas.

Articulaciones

Los huesos son rígidos y no se pueden doblar, sin embargo, el esqueleto es flexible debido a que muchos de ellos se ajustan unos con otros, sin unirse directamente, formando articulaciones.

El movimiento de los huesos en las articulaciones de debe a la acción de los músculos, que se encuentran unidos a los huesos mediante fibras de colágeno fuertemente consolidadas que forman los tendones.

Las articulaciones son las zonas de contacto entre los huesos. Si no fuera por ellas, no podríamos hacer movimientos ni tendríamos flexibilidad. Las articulaciones pueden ser fijas, como las del cráneo, de movimiento limitado , como las de la columna vertebral, o móviles como la de la rodilla.

En las articulaciones de la columna vertebral, las vértebras se unen entre si mediante discos de cartílago, que amortiguan los golpes al andar o al correr, y permiten movimientos limitados.

En las articulaciones móviles, la superficie de los huesos está recubierta de cartílago, que los hace resbaladizos y suaviza el desgaste continuo, además están lubricadas por el líquido sinovial, que evita los roces y reduce la fricción en el movimiento. Los huesos que forman las articulaciones móviles se sujetan entre sí mediante los ligamentos, que son bandas de tejido conjuntivo fibroso que los mantienen firmemente unidos.

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Sist. muscular músculos faciales, bíceps, pectoral, sartorio, gemelos, recto anterior del muslo, vasto lateral, bíceps femoral, recto abdominal, glúteo, oblicuos, dorsal ancho, flexores y extensores de la mano, tríceps, deltoides, trapecio.

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