El Sedentarismo y sus Riesgos para la Salud
Una persona se considera sedentaria cuando su gasto semanal no supera las 2000 calorías, o cuando solo realiza actividad un día a la semana. Nuestro organismo requiere un estímulo de actividad física al menos cada dos días.
El sedentarismo en la mujer es un hecho a considerar: se estima que un 70% de los trastornos que sufre la mujer guardan relación directa o indirecta con la falta de actividad. Las mujeres pierden tejido muscular y ganan tejido adiposo a muy temprana edad. Se recomienda gastar al menos 2500 calorías a la semana. Cuando no se practica actividad física, se corre el riesgo de contraer enfermedades o problemas de salud como:
- Exceso de peso y obesidad: El exceso de grasa corporal es un riesgo para enfermedades cardiovasculares. El sobrepeso es causa de problemas y desgaste de las articulaciones, así como de osteoporosis. Las personas con poca masa muscular y mucha grasa se sienten continuamente cansadas.
- Problemas en el sistema inmunitario: Las personas que no realizan actividad física son más propensas a resfriarse y contraer enfermedades virales, tardando más en recuperarse que una persona con buena condición física.
- Cáncer: Las personas con un estilo de vida saludable y activo aumentan la afluencia de sangre al intestino, así como la oxigenación y la absorción de sustancias nutritivas y de desecho, por lo que el colon está menos expuesto a la presencia de potenciales carcinógenos.
- Hipertensión: A medida que transcurren los años, los vasos sanguíneos tienden a hacerse rígidos, aumentando la presión de la sangre. El ejercicio ayuda a reducir la presión y a mantener flexibles los vasos sanguíneos y arterias.
- Infarto de miocardio: Se produce cuando las paredes de las arterias que suministran sangre al corazón pierden flexibilidad y se obstruyen por los depósitos de grasas (ateromas) que se adhieren a ellas. Como consecuencia, puede ocurrir que no llegue sangre y oxígeno al músculo cardíaco, y este deje de funcionar e incluso mueran las células. El sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo de esta enfermedad.
El Consumo de Alcohol: Efectos y Dependencia
Al consumir una bebida alcohólica, el etanol pasa rápidamente al tubo digestivo y posteriormente a la sangre, la cual lo lleva a todos los órganos del cuerpo. La absorción puede durar hasta 6 horas; será más lenta o más rápida dependiendo de si hay comida en el estómago o no, así como del mayor o menor peso corporal, respectivamente. Cuando se bebe una cantidad importante de alcohol, este se acumula en la sangre y puede llegar a mantenerse hasta 18 horas, intoxicando a todo el organismo hasta su total eliminación. El hígado se encarga constantemente de eliminar el alcohol a un ritmo de 0,15 gramos de alcohol por litro y hora, un proceso muy lento.
Efectos del alcohol:
- Disminución de los reflejos.
- Dificultad para mantener la línea recta.
- Euforia y sobreestimación de las facultades.
- Disminución de la percepción de riesgos.
- Pérdida de la velocidad de reacción.
- Disminución de la agudeza visual, aumentando el riesgo de accidente de tráfico.
- Perturbación del comportamiento y disminución de la capacidad de pensar.
- Tartamudeo, pupilas dilatadas, taquicardias, excitación psicomotriz, somnolencia, trastornos de la marcha, visión borrosa.
- Coma etílico, pérdida de conciencia y depresión cardiorrespiratoria.
- Muerte por paro cardíaco y respiratorio, por enfriamiento o por aspiración de vómito.
Debido a sus características, el alcohol es una droga que produce tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia.
Tolerancia al alcohol:
Es necesario aumentar la dosis para mantener el efecto. En fases avanzadas de alcoholismo, produce intolerancia y síntomas de intoxicación.
Dependencia al alcohol:
Primero física y posteriormente psicológica. Las células hepáticas y las neuronas se adaptan rápidamente, muchas veces sin que el consumidor sea consciente de la dependencia física existente.
Síndrome de abstinencia por alcohol:
Al dejar de consumirlo, aparecen síntomas que solo pueden desaparecer al volver a tomar alcohol. Estos síntomas son temblores en las manos, cólicos intestinales, alucinaciones y ansiedad.
El Consumo de Tabaco: Adicción y Consecuencias
La nicotina del tabaco es lo que genera la adicción y luego la dependencia. Es una sustancia que estimula el sistema nervioso y provoca un efecto relajante. La nicotina que contiene un solo paquete de cigarrillos sería causa de la muerte de un adulto si fuera inyectada directamente en sangre. Aparte de la nicotina, al fumar inhalamos sustancias tóxicas como la brea, el alquitrán, el monóxido de carbono y el cianuro. Estas sustancias son las causantes de las enfermedades que pueden padecer los fumadores.
Las enfermedades que afectan al fumador incluyen: cáncer de pulmón, laringe, labios, lengua, útero, mama y digestivo; bronquitis crónica; enfermedades cardiovasculares; infartos; e irritación en estómago y esófago. Los fumadores pasivos son las personas que, sin fumar, sufren los efectos del tabaco sobre su salud debido a la convivencia con fumadores. Para las mujeres embarazadas también es un riesgo, siendo propensas a tener bebés con bajo peso, prematuros y con alteraciones en el corazón.
Efectos del tabaco sobre los distintos órganos:
- Daña las arterias del corazón, produciendo angina de pecho e infarto.
- Aumenta la aparición de úlceras gástricas y duodenales.
- Produce cáncer de boca, pulmón y laringe, así como halitosis (mal aliento).
- Provoca bronquitis.
Tolerancia al tabaco:
Para que la nicotina siga cumpliendo un efecto relajante, hay que aumentar progresivamente la dosis. Los fumadores generalmente consumen una cantidad regular de cigarrillos, lo que permite que el organismo estabilice la dosis necesaria para hacer frente a las situaciones habituales de estrés.
Síndrome de abstinencia por tabaco:
Se presenta al dejar de fumar. Los síntomas son: nerviosismo, malestar, sequedad de boca y alteraciones del apetito.
¿Qué hacer para dejar de fumar?
- Estar convencido de que el tabaco perjudica seriamente la salud, que los fumadores viven peor y mueren antes, generalmente tras un tiempo de mucho sufrimiento.
- Establecer una fecha a partir de la cual no fumar ni medio cigarrillo más.
- Desde el día elegido para dejar de fumar, cambiar de hábitos: realizar ejercicio físico, dejar de tomar café, tomar infusiones, caramelos, chicles.
- Consultar al médico, quien dará indicaciones y, si fuera necesario, recetará medicamentos, chicles o parches de nicotina.
Trastornos del Comportamiento Alimentario
Cualquiera de los tres trastornos mencionados tiene un componente psicológico muy importante, además de consecuencias físicas a corto y largo plazo. Afectan a personas de todas las edades, pero en muchos casos a niños y, sobre todo, a jóvenes, dejando secuelas para el resto de la vida.
Anorexia:
Se caracteriza por la pérdida importante de peso corporal como consecuencia de la decisión voluntaria de adelgazar. Las medidas para conseguirlo incluyen: reducir o suprimir el alimento, la utilización de laxantes o diuréticos, la provocación del vómito y la obsesión por el ejercicio físico. La evolución de la enfermedad es poco alentadora: después de 5 años del diagnóstico, una cuarta parte sigue siendo anoréxica, y la tasa de mortalidad se sitúa entre el 8 y el 10%.
Bulimia:
Se caracteriza por la presencia de periodos de ingesta de alimentos superiores a lo normal, alternados con prácticas que compensen los efectos que esta cantidad de alimentos puede tener sobre la silueta. Las prácticas compensatorias que se utilizan son: la supresión total de alimentos, la provocación de vómitos, el uso de laxantes y diuréticos, y el ejercicio físico. Esta enfermedad tiene mejor evolución que la anorexia; al año de haberse diagnosticado, solo una tercera parte de las personas diagnosticadas siguen padeciéndola, y de estas, muy pocas evolucionan hacia la anorexia.
Vigorexia:
También conocida como complejo de Adonis, la vigorexia hace que quienes la padecen perciban sus características físicas de manera distorsionada. En concreto, las personas que padecen este trastorno se ven delgadas y débiles. Entre los principales síntomas que indican que alguien tiene este trastorno se encuentran: una baja autoestima, el que la persona esté continuamente pesándose, automedicándose, manifestando una absoluta obsesión por el culto al cuerpo. Son personas que tienen una visión completamente distorsionada de su estado físico y es muy frecuente que comiencen a aislarse a nivel social. Los vigoréxicos sienten que carecen de musculatura y de tonicidad; por lo tanto, tienen una obsesión con la realización de ejercicios físicos que les permitan mejorar su aspecto corporal. Estos ejercicios son realizados de manera compulsiva hasta que el cuerpo pierde sus proporciones normales. En muchos casos, los ejercicios físicos se complementan con el consumo de esteroides anabólicos que contribuyen a aumentar la musculatura.
Consumo de Sustancias Dopantes en el Deporte
La utilización de sustancias o de otros medios para mejorar el rendimiento es tan antigua como el deporte de competición. Por ejemplo, se sabe que los atletas que participaban entre los siglos IV y VIII a.C. en las Olimpiadas de la antigua Grecia utilizaban dietas especiales y pociones estimulantes para fortificarse. Estos atletas griegos tenían unas ganancias económicas tan importantes (equivalentes a medio millón de euros actuales) que algunos de ellos buscaban medios ilegales para ganar a cualquier precio. Hacia finales del siglo XIX, se sabe que algunos ciclistas utilizaban a menudo estricnina, cafeína y alcohol.
En 1928, la Federación Internacional de Atletismo fue el primer organismo que prohibió el uso de sustancias dopantes. La mayoría de las federaciones deportivas internacionales introdujeron los controles de dopaje en la década de 1970. Sin embargo, estos controles eran poco efectivos porque no detectaban la presencia de esteroides anabolizantes, que estaban siendo utilizados por bastantes atletas desde los años 60. A mediados del siglo XX, el consumo de esteroides anabólicos (sintetizados desde 1930) se volvió tan habitual que los consumían desde las ligas escolares hasta los Juegos Olímpicos. El dopaje se propagó con mayor rapidez en el ciclismo, el boxeo y la halterofilia.
En las Olimpiadas de Roma 1960, fallece el danés Knud Enemark por uso de anfetaminas, y en 1967, durante el Tour de Francia, fallece el inglés Tom Simpson de cansancio y deshidratación a causa de una mezcla de anfetaminas y alcohol. Con estos dos trágicos sucesos, se aceleró el proceso para evitar el consumo de drogas en los deportes. En la década de los 90, se cuestionó la tecnología con la que se detectaban las sustancias, ya que el avance en el mejoramiento de estas sucedía con mayor rapidez, lo que dificultaba su identificación. Así fue como en 1999 se creó la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés), una fundación que promueve la lucha contra el dopaje.
Sustancias dopantes más conocidas:
- Esteroides: Son las drogas implicadas en lo que se ha definido como “el suceso más grave de la historia olímpica”: la descalificación en Seúl de Ben Johnson, plusmarquista mundial en los 100 metros lisos. Son sustancias que, al influir en la producción de aminoácidos, contribuyen al aumento de la masa muscular y de la fuerza, así como de la agresividad. Se dice, por ejemplo, que todos los récords de levantamiento de pesas alcanzados en los últimos 10 años deben atribuirse al uso de estas sustancias.
- Estimulantes: Como la cafeína y la estricnina modificadas, que se utilizan para estar más despierto y demorar la fatiga. Nota: La cafeína salió de la lista de sustancias y métodos prohibidos desde el año 2005, por lo cual en la actualidad no se considera dopaje; sin embargo, es una de las sustancias que son sometidas a seguimiento por los laboratorios.
- Analgésicos narcóticos: Para mitigar el dolor y conseguir un efecto tranquilizante.
- Betabloqueantes: Sustancias que disminuyen los latidos del corazón y estabilizan el organismo, por lo que particularmente los usan los arqueros y los tiradores.
- Diuréticos: Para perder peso en poco tiempo y para que, cuando se lleven a cabo las pruebas, no se detecten otras sustancias prohibidas.
Consecuencias del consumo de sustancias dopantes:
Diversos estudios han llegado a la conclusión de que el consumo de sustancias dopantes puede provocar: depresión, cambios psicológicos y del comportamiento (como aumento de la agresividad y la irritación), síndromes afectivos y psicóticos, trastornos del sueño, anorexia, alucinaciones visuales y auditivas, ansiedad crónica y caída del cabello.